domingo, 12 de febrero de 2012

¡VIVA EL TIEMPO ORDINARIO!


Me refiero al tiempo litúrgico ordinario, pero también a lo ordinario de la mayoría de los días del año así como a una historia humana con olor de ordinariedad y a esa vida muy ordinaria que es la mía.

1. Las grandes fiestas cristianas son regalos muy preciosos. Hacen memoria de Jesús que acampa en medio de nosotros y nos comunica desde la cruz su Espíritu para que seamos fieles a la condición humana y como Él sirvamos el reino de Dios.

Tendemos a malograr la celebración de nuestras grandes fiestas religiosas por muchas ambigüedades y comprendemos a Dios que nos dice: “¡Aparta de mí el ronroneo de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas! ¡Que fluya, sí, el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne!” (Amós 5, 23-24). Por eso, regresar al tiempo ordinario, muchas veces, significa regresar a la verdad.

2. La vida ordinaria pone a prueba nuestras declaraciones y afirmaciones solemnes. Sí, pienso en este momento en lo que queda como desafío para la Iglesia chimbotana después de la reciente semana pastoral diocesana: esmerarnos para que la relación con Cristo sea una experiencia vivencial; optar por un estilo de vida conforme al suyo en medio de una realidad que diariamente produce desgracia y engendra a pobres; atraer desde comunidades cristianas que hacen conocer, amar y seguir a Jesús.
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martes, 7 de febrero de 2012

¡NO PERMITAMOS QUE ENVEJEZCA EL AÑO NUEVO!


1. ¡Evitemos las recaídas!

Con alegría desbordante hemos celebrado la llegada del Año Nuevo. Sin piedad hemos despedido al año viejo, gastado y malo. De verdad, teníamos ganas de empezar algo nuevo, algo distinto. Además, nosotros mismos queríamos ser nuevos; sabíamos que teníamos culpa y responsabilidad personal en la caducidad e inhumanidad del pasado.

Recordemos ahora las felicitaciones efusivas brindadas a mucha gente allegada. No puede ser que olvidemos los abrazos estrechados con tantos al asomarse el Año Nuevo. Palabras de felicitación y abrazos de paz, si son sinceros, incluyen el compromiso de promover condiciones de felicidad y relaciones de paz.

En su carta a los Colosenses 3, 1-17 San Pablo prodiga consejos oportunos y prácticos para despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo. ¡Meditemos el texto, como ciudadanos y gobierno de este país, y evitemos las recaídas en las mañas del pasado!


2. ¡Aprendamos de los magos de Oriente!

Me encanta el evangelio de la fiesta de Epifanía: Mt 2, 1-12. Este relato, sin fronteras fijas entre hecho histórico, mito y símbolo, te permite navegar con libertad y creatividad. No hay como estos magos para decirnos como mantener joven y brilloso el Año Nuevo.

v No vivían instalados en sus rutinas y costumbres. No se aferraban a sus prejuicios, juicios y pos juicios. No se dejaban paralizar por el miedo, el fracaso y la tristeza. Mantenían viva la capacidad de percibir, cada día, nuevos fulgores, nuevas señales, nuevas estrellas que anuncian que algo nuevo está naciendo.

Pues, para que 2012 se mantenga novedoso, no dejemos de otear cada día el horizonte. En el acontecer, cerca y lejos de nosotros, parpadean realidades e iniciativas que alumbran algo nuevo y prometedor. ¡Obedezcamos a la estrella y pongámonos en camino!

v Los magos no tenían mentalidad de conquistadores e inversionistas. Cruzaban mares sin matar ballenas y focas. Atravesaban selvas sin talar árboles. Pasaban por algunas hermosas lagunas de Cajamarca y antes de fijarse en el brillo del oro en sus fondos, contemplaban la vida precaria de la gente en sus alrededores. No trataban las aguas, los bosques, los animales y los seres humanos como recursos para la macroeconomía: soñaban de proyectos de solidaridad y se detenían en las plazas del mundo para escuchar detenidamente a “los indignados”. Los magos se mantenían jóvenes, porque caminando se convencían que la parte más hermosa de la historia humana y del mundo pertenece al futuro.


v Los magos miraban lejos. Eran políticos sabios y prudentes. Confiaban en la autoridad de las Escrituras Santas, pero no caían en las trampas de Herodes. Tercamente siguen la estrella, pero no encuentran al nuevo rey en un palacio. Se encuentran con Dios, niño frágil en un pesebre, en medio de pobres. Se postran y lo adoran; vinculan para siempre sus proyectos con el suyo.

Mirando lejos, te mantienes joven.

TEXTO COMPLETO EN:
http://palabrapensadaycompartida.blogspot.com/2012/02/no-permitamos-que-envejezca-el-ano.html