1.
Me asusté: Los cinco estudiantes
universitarios, apenas y solo de una manera confusa, recordaban los años de
terror de 1980 a 2000 en el Perú. No
distinguían tendencias políticas y militares implicadas en este conflicto
armado. Recordaban tan solo un nombre de
los protagonistas en esta guerra sucia.
Los cadáveres de los nueve campesinos de Santa, hace tres años
encontrados en el desierto entre Chimbote y Chao, formaban una noticia sin
contexto y sin emoción. No recordaban
tampoco que en agosto de 1991, en Pariacoto y Santa, tres sacerdotes fueron
asesinados por Sendero Luminoso. Nunca
se habían tocado estos asuntos en conversaciones en sus familias, en clases de
historia contemporánea en sus escuelas o discutiendo proyectos para una
economía inclusiva en su universidad. Esporádicamente participaban en sus parroquias; allí tampoco se daba
importancia a esta historia negra de un pasado reciente para que sepamos evitar los desastres de un triste presente.
Parece que estos años
de terror en el Perú no habían engendrado memoria en estos jóvenes: no se
asomaba en sus maneras de mirar la realidad nuestra, en la proyección de sus
vidas y trabajos o en sus oraciones.
Y lo más grave: “El ojo que llora”, como monumento y en el rostro de
tantas personas entre las más humildes del Perú, no parecía tener un lugar en
su corazón. Ningún recuerdo mantenía
viva la sensibilidad al dolor de quienes han perdido y extrañan a seres
queridos, vidas que por siempre pertenecen a sus propias vidas.
Sea pues el mes de
agosto 2014 una nueva oportunidad para que, en comunión con mucha gente en el
Perú, recordemos lo que es inhumano para que vivamos de una manera más humana.
2. “Para que no se
repita”, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en su
informe final afirma: “El gran horizonte de la reconciliación nacional es el de
la ciudadanía plena para todos los peruanos y peruanas…la CVR interpreta la
reconciliación como un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad
peruana…la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar, en el
de las organizaciones de la sociedad y en el replanteamiento de las relaciones
entre el Estado y la sociedad en su conjunto”.
Tremenda
responsabilidad que la CVR propone y asigna a la memoria de los años de terror
en el Perú. La CVR postula una memoria
viva, una memoria que esclarezca enredos de nuestro hoy, una memoria que
movilice voluntades para construir algo nuevo.
La ola de corrupción,
el cruento desprecio de la vida, los medios de información y comunicación
comprados por el delito nuevamente han sembrado el terror en Ancash y
Chimbote. Parece que el recuerdo del
terror de 1980 a 2000 no señaló los caminos por escoger, no se levantó para
defender derechos y exigir deberes humanos, no perfiló a líderes políticos
dignos de su misión y no engendró una conciencia ciudadana responsable del bien
común.
La memoria fecunda,
el recuerdo que alumbra algo mejor no es como un vestido que me pongo o me
quito, no es una cualidad exterior a mí ser.
Más bien tiene que hacerse capa
de mi piel. La memoria hecha piel nos
acompaña por doquier, nos protege y nos expone, nos dirige y nos avisa, nos
hace sentir frío y calor, sabe de golpes
y caricia, de lo humano e inhumano.
3.
En la Biblia “recordar” o “hacer memoria” incluye la acción. Decir a Dios:
“¡Acuérdate!”, significa: “¡Actúa a favor de nosotros!”. Al decirnos Dios: “¡Acuérdense de mí!”, El
espera que actuemos según su voluntad. Además,
recordar en comunidad creyente las maravillas de Dios en la historia de la
salvación, significa creer que hoy nuestro Dios es el mismo y que actualiza sus
intervenciones salvíficas del pasado.
Recordar que
Dios ha creado todo lo que existe, implica creer que hoy también Dios sigue
creando y que prolonga su creación por nosotros.
Recordar que
Dios llamó a Abraham, a Moisés, a David, a Jeremías, a María y a Juan, incluye
creer que hoy también el Señor llama a ti, a mí y a todos esperando nuestra disponibilidad
y obediencia.
Recordar que
Dios liberó a su pueblo de la esclavitud, equivale a afirmar que hoy también
Dios interviene de una manera liberadora en la vida de pueblos y personas y nos
comprometa a participar en sus acciones liberadoras.
Recordar la
alianza de Dios con su pueblo, nos hace acoger hoy el don de su amor entrañable
y nos compromete a actuar con fidelidad al espíritu de la alianza.
Recordar, en
oraciones y celebraciones, la encarnación del Hijo de Dios en nuestra humanidad
y su historia así como su entrega por amor a nosotros en la cruz, significa
acoger hoy el don de la salvación y responder con toda nuestra vida a ese
don. “Hagan esto en memoria mía” dice
Jesús a sus discípulos reunidos en su cena.
Recordando a Jesús nos toca hacer con nuestras vidas lo que él hizo con
la suya: entregarla por amor para que todos tengan vida en abundancia.
En estos días recordamos que en agosto de 1991 los sacerdotes Miguel,
Zbigniew y Sandro son asesinados poco después de celebrar la Eucaristía. “Tomen y coman: esto es mi cuerpo entregado
por ustedes”. Peregrinemos a Pariacoto y
a Santa recordando juntos y para hacer de nuestras vidas una acción de gracias.