domingo, 10 de agosto de 2014

Recordar para actuar mejor



1.  Me asusté: Los cinco estudiantes universitarios, apenas y solo de una manera confusa, recordaban los años de terror de 1980 a 2000 en el Perú.  No distinguían tendencias políticas y militares implicadas en este conflicto armado.  Recordaban tan solo un nombre de los protagonistas en esta guerra sucia.  Los cadáveres de los nueve campesinos de Santa, hace tres años encontrados en el desierto entre Chimbote y Chao, formaban una noticia sin contexto y sin emoción.  No recordaban tampoco que en agosto de 1991, en Pariacoto y Santa, tres sacerdotes fueron asesinados por Sendero Luminoso.  Nunca se habían tocado estos asuntos en conversaciones en sus familias, en clases de historia contemporánea en sus escuelas o discutiendo proyectos para una economía inclusiva en su universidad. Esporádicamente participaban en sus parroquias; allí tampoco se daba importancia a esta historia negra de un pasado reciente para que sepamos evitar  los desastres de un triste presente.

Parece que estos años de terror en el Perú no habían engendrado memoria en estos jóvenes: no se asomaba en sus maneras de mirar la realidad nuestra, en la proyección de sus vidas y trabajos o en sus oraciones.  


Y lo más grave: “El ojo que llora”, como monumento y en el rostro de tantas personas entre las más humildes del Perú, no parecía tener un lugar en su corazón.  Ningún recuerdo mantenía viva la sensibilidad al dolor de quienes han perdido y extrañan a seres queridos, vidas que por siempre pertenecen a sus propias vidas.

Sea pues el mes de agosto 2014 una nueva oportunidad para que, en comunión con mucha gente en el Perú, recordemos lo que es inhumano para que vivamos de una manera más humana.


2.  “Para que no se repita”, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en su informe final afirma: “El gran horizonte de la reconciliación nacional es el de la ciudadanía plena para todos los peruanos y peruanas…la CVR interpreta la reconciliación como un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad peruana…la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar, en el de las organizaciones de la sociedad y en el replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto”.

Tremenda responsabilidad que la CVR propone y asigna a la memoria de los años de terror en el Perú.  La CVR postula una memoria viva, una memoria que esclarezca enredos de nuestro hoy, una memoria que movilice voluntades para construir algo nuevo. 

La ola de corrupción, el cruento desprecio de la vida, los medios de información y comunicación comprados por el delito nuevamente han sembrado el terror en Ancash y Chimbote.  Parece que el recuerdo del terror de 1980 a 2000 no señaló los caminos por escoger, no se levantó para defender derechos y exigir deberes humanos, no perfiló a líderes políticos dignos de su misión y no engendró una conciencia ciudadana responsable del bien común. 

La memoria fecunda, el recuerdo que alumbra algo mejor no es como un vestido que me pongo o me quito, no es una cualidad exterior a mí ser.  Más bien tiene que hacerse capa de mi piel.  La memoria hecha piel nos acompaña por doquier, nos protege y nos expone, nos dirige y nos avisa, nos hace sentir frío y calor,  sabe de golpes y caricia, de lo humano e inhumano.

3.  En la Biblia “recordar” o “hacer memoria” incluye la acción.  Decir a Dios: “¡Acuérdate!”, significa: “¡Actúa a favor de nosotros!”.  Al decirnos Dios: “¡Acuérdense de mí!”, El espera que actuemos según su voluntad.  Además, recordar en comunidad creyente las maravillas de Dios en la historia de la salvación, significa creer que hoy nuestro Dios es el mismo y que actualiza sus intervenciones salvíficas del pasado.
     
Recordar que Dios ha creado todo lo que existe, implica creer que hoy también Dios sigue creando y que prolonga su creación por nosotros.

Recordar que Dios llamó a Abraham, a Moisés, a David, a Jeremías, a María y a Juan, incluye creer que hoy también el Señor llama a ti, a mí y a todos esperando nuestra disponibilidad y obediencia.

Recordar que Dios liberó a su pueblo de la esclavitud, equivale a afirmar que hoy también Dios interviene de una manera liberadora en la vida de pueblos y personas y nos comprometa a participar en sus acciones liberadoras. 

Recordar la alianza de Dios con su pueblo, nos hace acoger hoy el don de su amor entrañable y nos compromete a actuar con fidelidad al espíritu de la alianza.

Recordar, en oraciones y celebraciones, la encarnación del Hijo de Dios en nuestra humanidad y su historia así como su entrega por amor a nosotros en la cruz, significa acoger hoy el don de la salvación y responder con toda nuestra vida a ese don.  “Hagan esto en memoria mía” dice Jesús a sus discípulos reunidos en su cena.  Recordando a Jesús nos toca hacer con nuestras vidas lo que él hizo con la suya: entregarla por amor para que todos tengan vida en abundancia.

En estos días recordamos que en agosto de 1991 los sacerdotes Miguel, Zbigniew y Sandro son asesinados poco después de celebrar la Eucaristía.  “Tomen y coman: esto es mi cuerpo entregado por ustedes”.  Peregrinemos a Pariacoto y a Santa recordando juntos y para hacer de nuestras vidas una acción de gracias.