Con frecuencia, exhortaciones bíblicas que brotan de una situación
nueva, nos invitan a cantar un cántico nuevo.
También nuestras recientes celebraciones de Año Nuevo expresaban rechazo
de un pasado marcado por la violencia y la corrupción y ganas de estrenar una
convivencia humana nueva. Y para colmar
nuestras ansias de renovación el Papa Francisco nos ha regalado su “Alegría del
Evangelio”.
Este documento, reflejo vivo de la personalidad del Papa Francisco, recoge
los frutos del Sínodo de Obispos de 2012 sobre el tema: “La nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Muchas proposiciones de la “Evangelii Gaudium”
ya están levantando polvo en muchos lugares del mundo. Hoy recordamos aquí lo que el Papa, en las
primeras páginas del documento, sitúa como fundamento y condición de la
renovación eclesial: una profunda y exigente conversión al
Evangelio de todos nosotros.
1.
Una Iglesia en salida (EG
19-24)
Toda iniciativa
evangelizadora obedece al mandato de Jesús: “Vayan y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19).
En esta salida misionera está Abraham que escucha el llamado y deja su
patria y su parentela para ir a la tierra que Dios le señala (cfGn 12,1-3); están Moisés y su pueblo
caminando de la tierra de esclavitud a la tierra prometida (cfExodo); están los
profetas que tienen que romper con entornos, quehaceres y gente familiares para
ser portadores de la Palabra de Dios.
Modelo de Iglesia en
salida es María de Nazareth: vence dudas y miedos personales, pronuncia su
“Hágase en mí según tu Palabra” y “aprisa” lleva la Buena Nueva a otros (cfLc
1, 26-56). Después del encuentro con el
Resucitado “los discípulos salieron a predicar por todas partes, colaborando el
Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban (Mc
16,20).
¿No queda débil y
problemática la evangelización de pueblos, de culturas y de personas si no
incluye un salir y un caminar al encuentro
de ellos?.
“Todos somos llamados a esta nueva salida misionera…salir de la propia
comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio…la alegría del Evangelio tiene la dinámica del don, del salir de sí,
del caminar y sembrar de nuevo, siempre más allá…la intimidad de la Iglesia con
Jesús es una intimidad itinerante…es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar
el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin
demoras, sin asco y sin miedo…”.
2.
Líneas programáticas (EG 24)
El Papa Francisco nos
deja en la “EvangelliGaudium” unas pautas preciosas para averiguar si somos una
“Iglesia en salida”.
a. Primerear
Este neologismo del Papa encaja poco más o menos en el idioma
castellano; no sé qué suerte tendrá en otras lenguas modernas. En fin, el Papa nos desafía a preguntarnos,
si creer en Dios “que nos amó primero” (cf 1Jn 4, 7-11) tiene una
repercusión espiritual y práctica en la
vida de la Iglesia y de sus comunidades.
¿Sabemos agradecer en la oración a ese Dios que nos amó primero y nos
dio la capacidad de amar? ¿Somos una
Iglesia que con disponibilidad, prontitud, iniciativa, capacidad convocativa y
organizativa se hace presente en lugares y situaciones de desgracia? ¿Los
excluidos e indignados nos ven cercanos a ellos y cuentan con nosotros? ¿Hemos buscado y encontrado el modo de estar
presentes allí donde arrecian el hambre y la pobreza, en las cárceles y los
hospitales, acogiendo a migrantes y víctimas de la trata de personas?
b. Involucrarse
Siempre encontraremos
el mejor ejemplo de una Iglesia involucrada en la parábola del buen
samaritano. Allí aparecen creyentes que
dan más importancia a otros asuntos que al herido al borde del camino. Aparece
también este samaritano capaz de compasión.
No duda en interrumpir lo proyectado para hoy. Esta premunido de lo que alivia. Sacrifica tiempo valioso para lo único
necesario. Se hace prójimo del
maltratado. Se involucra en su
situación.
c. Acompañar
Esta consigna
pastoral se inspira en la primera frase de la Constitución Pastoral sobre la
Iglesia en el mundo de Vaticano II: “El
gozo y la esperanza, las tristezas y angustias del hombre de nuestros días
sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, son también gozo y
esperanza, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay
verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón” (GS 1).
Una Iglesia
“compañera” es la que comparte con la gente el pan de cada día, las alegrías y
los sinsabores de un mismo camino. No
deja de ser preocupante que en muchos asuntos vitales de muchos pueblos la
Iglesia ha perdido la autoridad que tiene una Iglesia que les acompaña.
d. Fructificar
Dar fruto, sobre todo
en el Evangelio de Juan, se relaciona con la afirmación de Jesús: “si el grano
de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto” (cfJn 12, 24-25). “El
discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es
llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia
liberadora y renovadora”.
e. Festejar
La comunidad de
discípulos celebra y festeja las manifestaciones del Señor resucitado en este
mundo secularizado. No vivimos “desterrados en este valle de lágrimas”; vivimos en “el
medio divino”; el creyente escucha los “rumores de los pasos de Dios”. El reconocimiento del Señor “se vuelve belleza en la liturgia en medio
de la exigencia diaria de extender el bien”.
3.
Pastoral de conversión (EG 25-33)
El Papa Francisco
insiste en que meditemos con atención y concentración la “EvangelliGaudium”: “tiene sentido programático y consecuencias
importantes una conversión pastoral y
misionera que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración.
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las
costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial
se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más
que para la autopreservación.
Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los
objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las
propias comunidades.
Quizás, en estos días, la meditación de la salida de los magos de
Oriente obedeciendo a la estrella, su perseverancia en la búsqueda del camino a
Belén, su astucia para evitar escollos y su alegría al encontrarse con el niño
nos han animado para ser “una Iglesia en salida”. Pues, compartamos el sueño del Papa expuesto
en la “EvangelliGaudium” y regresemos a nuestra tierra por otro camino.