BIENAVENTURADOS
MIGUEL, Zbigniew Y SANDRO
Las
palabras siguientes del Documento de Aparecida nos dan el tenor para meditar
las bienaventuranzas evangélicas: “En el seguimiento de Jesucristo aprendemos y
practicamos las bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo
Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante
el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la
misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida” (DA 139). Estas mismas palabras nos devuelven la luz
que iluminaba el caminar de nuestros mártires.
Entonces,
“los ojos fijos en Jesús” (Hb 12,2), acompañando a nuestros misioneros mártires
en su trabajo pastoral y proyectando nuestra conversión al reino, meditemos la
cuarta bienaventuranza en Mt 5,6.
IV. Bienaventurados los que tienen hambre y sed
de la justicia, porque ellos serán saciados
Los
pueblos de la tierra han codificado su concepto de justicia en leyes y
reconozcamos que la obediencia a estas leyes significaría un avance en
humanización. Sin embargo, más de la mitad de la humanidad vive en extrema
pobreza, guerras y violencias azotan a muchas regiones y en los lugares del
globo donde se goza de bienestar, progreso y condiciones de vida favorables se
extiende una preocupante y dolorosa pérdida en valores humanos.
Existe y se extiende el hambre y la sed por una
justicia que los seres humanos no logramos alcanzar, que no logramos darnos,
una justicia que habrá que recibir del que nos fundó en nuestro ser, nuestro
Dios a quien podemos ver, escuchar y tocar en Cristo Jesús.
1.
Jesús con hambre y sed de la justicia
v Jesús, desde niño, “vive en la casa de su Padre” (Lc 2,49), “crece en
sabiduría, en estatura y gracia ante Dios y ante la gente” (Lc 2, 52). Especialmente el evangelio de Lucas insiste
en los hábitos de frecuentes y largos tiempos de oración de Jesús. Jesús orando escruta el corazón del Padre
hace suya su voluntad y la confronta con las vivencias de la gente. La
voluntad del que lo ha enviado es su misión (Jn 5,30), es su alimento (Jn 4,34)
y su último deseo: “No se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22,42). - Y
Jesús, en su oración que quiso que sea la nuestra, reza: “Hágase tu voluntad en
el cielo y en la tierra”. No hay bendición
mayor que la realización de la voluntad del Padre.
v Jesús invita a sus discípulos a “practicar una justicia superior a la de
los escribas y fariseos para entrar en el reino de los cielos” (Mt 5 y 6):
La ley dice: “No matarás”. Jesús dice: “Ni siquiera enójate contra tu
hermano ni lo insultes. Reconcíliate con él”.
La ley dice: “No jures en falso”.
Jesús dice: “Nunca jures. Tu lenguaje sea sí o no”.
La ley dice: “Ojo por ojo, diente por diente”: Jesús aconseja no resistir al malvado y devolver bien por mal.
La ley dice: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Jesús
dice: “Amen a sus enemigos”.
Jesús sintetiza su pregón sobre la justicia que rige en el reino de los
cielos diciendo: “Sean perfectos como es
perfecto su Padre celestial” (Mt 5,48).
v En las parábolas del Hijo Pródigo (Lc 15, 11-32) y de los obreros de la
viña (Mt 20, 1-16) Jesús hace saborear de una manera provocativa la justicia
que brota del corazón de su Padre. ¡Ay de nosotros si la bondad de nuestro
Dios nos escandaliza!
v A los sedientos de vino en Caná (Jn 2, 1-12), a la Samaritana con sed en
el pozo de Jacob (Jn 4, 1-42), a los hambrientos de pan en Cafarnaún (Jn 6) Jesús anuncia la llegada de su hora, cuando
de su corazón abierto en la cruz ofrece a la humanidad el agua viva y el pan de
vida para que nunca tengan hambre ni sed y vivan y actúen en comunión con él y
el Padre. En la Eucaristía ya está
realizada la plenitud y es el centro del universo, el foco desbordante de amor
y de vida inagotable” (Laudato Si).
2.
Misioneros en Santa y Pariacoto para satisfacer hambre y sed de la
justicia
v Nuestros misioneros mártires, por su presencia y su actuar pastoral, querían anunciar y hacer experimentar que
Dios es bueno. “Jesús hoy sigue
invitando a encontrar en Él el amor del Padre.
Por eso mismo el discípulo misionero ha de ser un hombre o una mujer que
hace visible el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y
pecadores” (DA 147).
v Querían celebrar con el
pueblo el don de la salvación en los sacramentos y
hacer amar a ese Dios que hace germinar la semilla, que está en la alegría de
la cosecha, que bendice la familia
unida, que alivia pena y dolor, que convoca en comunidad, que perdona el
pecado, que viene para que tengan vida en abundancia.
v Querían ser amigos de
la gente, conseguir ayuda para que coman mejor, para que
modernicen el trabajo en la chacra y que las escuelas ofrezcan buena
educación. Querían ayudar a que su pueblo, hombres y mujeres, conozcan y defiendan
sus derechos y se hagan agentes de su propio desarrollo.
v Quizás nunca tenían la oportunidad de expresar lo que anhelaba su
corazón y lo que le pedía la justicia de Dios.
La muerte de estos misioneros,
con voz poderosa, ha firmado y autentificado los quehaceres de su vida. “El que ama su vida, la pierde; y el que odia
su vida en este mundo, la guarda para la vida eterna” (Jn 12,25).
3.
Preparando la celebración de beatificación de nuestros mártires
v Habrá que velar para que nuestra
oración, más asidua y más fecunda, sea la oportunidad para exponernos a la
voluntad de nuestro Dios y conocer su justicia en nuestra vida y en el
acontecer del mundo.
v Aceptemos y amemos la condición
de nuestra libertad: solo puede alumbrar algo bueno si obedece a la voluntad
del que es nuestro bien. Pensemos
y actuemos en comunión con Cristo: “En Él se manifiesta el rostro humano de
Dios y el rostro divino del ser humano” (DA 107).
v Nuestros mártires echaron su suerte entre los humildes de este
mundo. La esperanza de un mundo mejor y más
humano brota de las filas de los pobres e insatisfechos, de las y de los que
entienden los misterios del reino (Cf Mt 11, 25-30).
v Si ahora alguien viene y me dice que esta meditación nada tiene que ver
con la falta de justicia en el país, nada tiene que ver con la extensión de la
corrupción, nada tiene que ver con la geolocalización de los criminales, nada
tiene que ver con la contaminación de la Bahía El Ferrol y la inminente campaña
electoral, entonces ese alguien no me ha entendido o no me he hecho entender.