jueves, 17 de julio de 2014

La alegría de evangelizar


La Región Ancash y Chimbote están en la boca, en la pluma y la cámara de mucha gente.  Claro, todos dicen que lo que pasa aquí es expresión de lo que pasa en todo el país.  Pero, los que vivimos en Ancash y en Chimbote, en algo, nos sentimos juzgados y enjuiciados.

Ahora bien, no me parece mal que la “crisis” tan mentada cuestione nuestra manera de hacer política, de informar, de educar en casa y escuelas y, desde luego, de hacer pastoral.  Sin embargo, encontremos a esta crisis su lado de esperanza y pastoral renovada.


1.  No desanimarse
Al inaugurar en 1979 la Conferencia General del Episcopado latinoamericano en Puebla, San Juan Pablo II lamentó que la fe cristiana no haya contribuido debidamente a superar las desigualdades abismales en el sub continente.  El mismo documento de Puebla ve esta situación como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, como pecado social (cf P 28).

Frente a la alarmante extensión de la corrupción entre nosotros, frente a prácticas de organización política y social reñidas con el bien común, frente al uso de medios de comunicación vendidos e instituciones tutelares claudicantes, ¿no deberíamos reconocer que la fe cristiana y sus valores no se verifican en muchos aspectos de nuestra realidad?

Nos haría bien escuchar el llamado del Papa Francisco de concentrarnos en lo esencial: “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”.  Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores… Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario.  La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante (cf. EG 33 y 35).

 2. Involucrarnos

Para llegar a ser de verdad una comunidad cristiana que se involucra en la superación de la crisis que nos aflige, conviene que esta crisis sea materia de revisión de vida: que en comunidad veamos y analicemos los hechos que la configuran, que evaluemos lo sucedido a la luz de la Palabra de Dios  y luego decidamos un actuar posible y coherente.

“La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario y asume la vida humana tocándola la carne sufriente de Cristo en el pueblo.  Los evangelizadores tienen así “olor a oveja” y estas escuchan su voz” (EG 24).


3.    Cultivar una mirada contemplativa sobre la realidad

Los que vivimos en Ancash y Chimbote sabemos que muchos juicios en estos días sobre nuestros pueblos y gentes no reflejan su verdad más profunda.  ¡No renunciemos en creer y afirmar que en Chimbote y en Ancash vive la gente más linda y valiosa del mundo!¡Acompañemos al Papa Francisco que nos invita a una mirada de esperanza sobre nuestra ciudad! “Necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas…Dios vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia.  Esta presencia no debe ser fabricada, sino descubierta, desvelada.  Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero, aunque lo hagan a tientas, de manera imprecisa y difusa” (EG 71).


4.    Los pobres nos señalan el norte

 Finalmente las víctimas más grandes de las prácticas de corrupción son los más pobres entre nosotros porque se reducen aún más las posibilidades de trabajo formal e informal.  La opción preferencial por los pobres va a encontrar nuevos “rostros sufrientes de Cristo” en nuestros barrios y nuestros esfuerzos pastorales tienen que tomarles en cuenta.  “Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres…Estamos llamados a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos… Solo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación.  Únicamente esto hará posible que los pobres, en cada comunidad cristiana se sientan como  en su casa  ¿No sería este estilo la más grande y eficaz presentación de la Buena Nueva del Reino?” (cf. EG 198 y 199).

      Sí, los pobres señalan el norte para manejar pastoralmente la crisis.

 El profeta Elías (cf. 1 R 19,1-9) en plena crisis desesperó y quería morir.  Un ángel de Dios lo encontró dormido bajo la retama; le dejó de comer y beber y le dijo: “Levántate y come, pues el camino ante ti es muy largo”.  ¡Vivamos de la Eucaristía!