lunes, 9 de julio de 2012

CONFIAR: tierra buena para que germine la fe

En su carta convocatoria del Año de la Fe el Papa Benedicto XVI menciona un “preámbulo” de la fe, una predisposición de “ponerse en camino para encontrar a Aquel que no buscaríamos sino hubiera ya venido”. 

En la confianza que tenemos en nosotros mismos, en los demás y en lo que existe, podemos apreciar este “preámbulo” relevante para la vida de fe.  El que no confía, no vive.  El que no hace ni ofrece confianza, ¿podrá acoger el don de la fe?

1.    Encontré confianza e hice confianza

Hay que reconocer que mi nacimiento se debe a una confluencia de elementos, circunstancias y actitudes que confiaban en la vida. Me debo a esta confianza. Si empecé a respirar libremente, no era solo por instinto sino también porque me gustaba vivir y hacer confianza a lo que me sucedía.

Muchas veces, a lo largo de esta vida ya larga, tenía razones para desconfiar y era indicado hacerlo.  La confianza en la vida tenía que acrisolarse en mucho sufrimiento ajeno y propio.  Tenía que encontrar, elaborar y defender sus propias razones.

Ahora estoy viejo, pero mi nacimiento no ha terminado.  Sigo confiando en la vida.  Me alegro de sus manifestaciones.  Me angustio, cuando la maltratan.  Me duele ver en el Perú demasiada gente que nunca llega a gozar de la vida y vivirla con confianza por falta de pan, de afecto y de educación.  No puedo asumir mi condición de ciudadano y cristiano sin participar en iniciativas y esfuerzos para que todo los que nacen en esta tierra, lleguen a confiar en la vida.  Si hubiera que escoger entre el agua y el oro, escogería el agua.

En el fondo no quiero conocer el lugar donde se tocan confianza en la vida y fe en Dios.  Creo que siempre van de la mano.

2.    ¡Bienaventurados los que confían en la vida!

    Si no estuviese habitado por la confianza en la vida, el grano de trigo en la oscuridad de la tierra no rompería su cáscara; su brote no levantaría pesados obstáculos y no se erguiría ese tallo luminoso coronado de espiga rica de pan y compañía.

    Si no estuviese habitado y solicitado por una misteriosa confianza en la vida, el pájaro no despertaría la aurora y no tendría fuerza para disolver la espesa neblina y convocar con afán a otros vivientes. 

    Si no estuviese habitado y guiado por la confianza en la vida más fuerte que sus contratiempos, el campesino no barbecharía la chacra para sembrar y saborear la esperanza de ver a los suyos sanos y alegres alrededor de la mesa.

    Si no estuviese habitado y desafiado por la confianza en la vida, el pescador no dejaría tierra firme y hogar abrigador para aventurarse en alta mar y conocer en medio de la tempestad la bonanza que permite pesca abundante.

    Si no estuviese habitada y acicateada por una tenaz confianza en la vida, esta mujer engañada y abandonada no tendría las fuerzas y la creatividad para ser madre y padre del hogar y para asegurar pan, educación y futuro a los suyos.

    En fin, sin confianza en la vida el científico no aguantaría en su laboratorio, el empresario no concebiría proyectos, el luchador social no aguantaría los sin sabores inherentes a la causa justa, la maestra no se emocionaría frente al niño que crece en estatura y sabiduría, el joven universitario no se exigiría para ser el profesional que el país requiere, el cura se ahogaría en sus ritos…

A todos ellos les guía una estrella misteriosa, les atrae un imán más fuerte que ellos mismos, les trasciende el autor de la vida en la cual tanto confían. 

3.    El Dios de la Biblia hace confianza

a.    Creando vida según su imagen y semejanza, el creador comunica su propia vitalidad, inscribe en las criaturas la nostalgia, la búsqueda de la fuente.

b.    Llamando a Abraham, Moisés, Jeremías, María y a cada ser humano por su nombre, el Dios de la vida les confiere dignidad e importancia única y prolonga su propio ser en vocaciones personales.

c.    Haciéndose aliado de Israel en la hazaña de la liberación de la esclavitud, el Dios de la vida está en el horizonte de todo pueblo que no renuncia al canto de la libertad.

d.    Manteniéndose fiel a la alianza celebrada a pesar de nuestras infidelidades, el Dios de la vida inscribe su ley en nuestros corazones y nos precede siempre en las tareas de reforma, de reconciliación y de humanización.

e.    “Tanto amo Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).

Terminemos con una antigua oración que clama por fe y confianza:

“Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti como en su fuente y tienda siempre a ti como a su fin”.