lunes, 5 de noviembre de 2012

“Recordar es volver a vivir”


No cometo plagio: el tenor del título de esta meditación es patrimonio de la humanidad y contiene una de las originalidades de la fe judío-cristiana.  Me parece que expresa bien la alegría y la razón de celebrar el 50. aniversario de la Iglesia en Chimbote.

Recordamos, llevamos en nuestro corazón, lo que nos ha dado vida, lo que permanece en nuestro sentir y pensar hoy, lo que integra nuestra identidad.  Por eso, recordar experiencias vitales del pasado, implica hacerlas fecundas para nuestras vivencias hoy.

En las celebraciones de este aniversario habrá momentos para recordar hitos importantes en el camino; aquí nos preocuparemos por recordar lo que no suele recordarse.

 1.    “Has perdido tus primeros amores” (Ap 2,4) 
Los 50 años de la Iglesia en Chimbote coinciden con el grueso de la historia de esta ciudad.  “La ciudad que menos entiendo y más me entusiasma” (J.M.Arguedas) brota en pocos años de la arena de hermosas playas y según lo permiten “un rincón para mi choza, pan para mis hijos y chamba para mañana” Chimbote se ordena desordenadamente a orillas de la bahía de la Isla Blanca.  “Todas las sangres” del Perú vienen a llenar las venas de Chimbote y con ansia la quieren convertir en comunidad.  El camino será largo y arduo, emocionante y conflictivo, con impactantes experiencias de soledad y fraternidad.

En esta caleta tranquila, violentada para ser puerto cosmopolita, había y se hacía presente gente de Iglesia queriendo construir Iglesia.  Los desarraigados podían encontrar brazos que acogían, podían escuchar un buen consejo, eran invitados a integrar comunidades. Las primeras parroquias de Chimbote se esmeraban en acompañar a las familias pioneras de este asentamiento humano en su esfuerzo por echar raíces y luchar por la vida.  Celebrando las fiestas patronales de lugares de origen se brindaba calor humano y vínculos comunitarios.  Las celebraciones de los sacramentos anunciaban al Dios-con-nosotros y ofrecían una calidad de vida más allá de la dura brega en altamar, en la planta siderúrgica o la fábrica de conservas.  Se bendecía brotes y experiencias de unión entre vecinos y barrios.  Se infundió aliento para emprender la reconstrucción después del fatídico terremoto.  Los jóvenes de Chimbote, “patas saladas” entrañables, en sus parroquias, movimientos y encuentros diocesanos han dejado huellas de su vitalidad y creatividad.  Los muchos conflictos sociales encontraban eco en las celebraciones y reuniones de educación en la fe.  La Iglesia era aliada en el camino hacia más humanidad.  Esta Iglesia animaba a querer ser Chimbote.

Encuentro en los “primeros amores” de la Iglesia chimbotana luces muy inspiradoras e indispensables para la “nueva evangelización”: la autoridad de la Iglesia encarnada.

2.    Testigos de la fe en la cotidianeidad. 
Con estupor y admiración recordamos en Chimbote el martirio cruento de tres misioneros.  Entre los pastores de esta grey y en la vida religiosa, en el campo y en la ciudad, destacan figuras muy significativas y en estas celebraciones de las Bodas de Oro de nuestra Iglesia local los mencionaremos con cariño y gratitud. 

Llama la atención que en conversaciones con pobladores de Chimbote, conocedores de los pormenores de una historia de 50 años, surjan nombres propios de hombres y mujeres del pueblo que, en épocas de penurias de todo tipo, han dado testimonio luminoso del evangelio.  Es importante, mantener viva la memoria de estos profetas y testigos de la fe en la dura cotidianeidad.  Con la calidad de sus vivencias han convocado en Iglesia.

No disponemos aquí de espacio para dejarles hablar.  Ustedes, ¡háganles revivir! estaban y están en sus familias, en su barrio, en su centro de estudio, de atención médica o de trabajo.  No tenían que proclamar que eran cristianos.  Lo decían con su modo de ser y de actuar.  Lo hacían con la autoridad de quien vive arraigado en la fe y de ella se alimenta y desde ella es promotor de humanidad. 

¡Haz el recuento de tus testigos de la fe! terminarás diciendo con Jesús: “¡Bendito seas, oh Dios, por haber revelado estas cosas a los pequeños y humildes!” (cf. Mt 11, 25-30)

La nueva evangelización no podrá renunciar a los impulsos que recibe de personalidades fuertes y significativas por su fe.


3.    Volver a vivir
Celebramos las Bodas de Oro de nuestra Iglesia para mirar hacia adelante.  Nuestros “primeros amores” pueden haber perdido en intensidad; no se han apagado.  Las distracciones y los espejismos del mundo moderno pueden nublar la mirada, pero los testigos de la fe permanecen en medio de nosotros. 

En 50 años de historia padecida y vivida Chimbote ha cambiado mucho.  El panorama para la evangelización hoy es muy complejo.  Quitan luz también nuestras propias incoherencias y divisiones.

Hemos iniciado el año de la fe y con muchos en el mundo buscamos caminos para la “nueva evangelización”.  Nuevas oportunidades para acoger y decir la fe se presentarán en Chimbote: 

  • Habrá encuentros con gente de buena voluntad para defender la dignidad de toda vida humana;
  • Habrá encuentros para defender el medio ambiente como condición de vida en el futuro;
  • Habrá encuentros  para apuntalar el estado de derecho;
  • Habrá encuentros para reclamar la globalización de la solidaridad;
  • Habrá muchos encuentros y todo encuentro humano es oportunidad para ser evangelizado y evangelizar, para volver a vivir.